domingo, 7 de septiembre de 2008

Tim Buckley "Starsailor" (1970)


Esto no es disco, esto es un ritual pagano donde Buckley conjura a extraños dioses. Por ello mismo si nos ponemos conspiranoicos, puede que la (sin) razón de que no esté actualmente reeditado se deba a una conjura de judeocristiana encabezada por el miserable Frank Zappa y sus malas semillas (que lo editaron en su sello Straight). Los hijos del botarate de Zappa, al no tener talento alguno, consideran más importante sacar a la luz cualquier mediocridad que grabase su padre, antes que dar salida a este disco (o al menos permitir que otro sello lo saque nuevamente). Es este disco de Tim Buckley uno de los mejores discos de la historia, calificación que no se ajusta a ninguno de los bodrios (y mira que edito) de Frank Zappa; este, un músico de cierto talento, perdido entre innumerables muestras de humor anormal y un cinismo bajo el que escondía cualquier calidad humana que pudiera hacer su música interesante. Así que si escucháis este disco, rogar que algún día se edite y Zeus envié un rayo que fulmine a los miserables hijos de Zappa. Deus ex machina.

"Come here woman" es la pieza que abre este poliédrico disco. Unas sinuosas guitarras se entrelazan entre si, una batería de claro sabor jazzístico, la voz usada como un elemento percusivo mas. Se abre paso un piano eléctrico, instrumento que ya había usado magistralmente en "Lorca" (la canción, que daba título a su anterior elepé). La canción tiene dos partes diferenciadas. Ya que tras un inicio más atmosférico, toma un ritmo de swing abstracto y la voz de Buckley sube hacia los agudos. El Nick Drake de "To the garden", cancion perteneciente a sus grabaciones caseras que se han ido editando en recopilaciones de rarezas, se aproxima a unas sonoridades muy similares. Con algo tambien del "Blue afternoon" (1970) de Tim Buckley y una pizca de Sun Ra.

"I woke up" es una de las canciones más fascinantes que he oído jamas. Es impresionante como condensa toda la musicalidad de una obra tan mayúscula como "In a silent way" (1969) de Miles Davis (considerado por algunos críticos como el primer disco de música ambiental de la historia) en cuatro minutos. En concreto su belleza impresionista me recuerda a una de las tomas de esa suite que da título al álbum de Davis incluidas en la caja de tres Cds que recopila la mayor parte de las sesiones de grabación del disco. Una trompeta con sordina se lamenta sobre un fondo sonoro creado por un sonido oscilante, con arpegios ejecutados muy rápido, de guitarra, asumiendo esta un papel rítmico muy complejo. La trompeta es la suave luz del atardecer, la guitarra es la consciencia despedazada y confusa, con los ecos del sueño turbio desvaneciéndose, que acompaña el despertar. Ecos del Miles Davis eléctrico, pero también de los renovadores franceses modales como Debussy o Ravel.
Now the sun sits on my hand
O where are you ?
Comienza como despertarse mientras amanece en una casa extraña, con el cuerpo recubierto de sudor frio, ¿donde estas? ¿En que rincón de la memoria guardo aun tus recuerdos?, la trompeta aguijonea como una conciencia despedazada, la guitarra en glissando sonando como ecos de una memoria desfragmentada, aun sin tomar forma.
Walking the wind I fly above the shore of the town
To the hills where I can hear
The harbor bells ring slavery
La luz empieza a asomarse por las rendijas de una persiana entreabierta, iluminando una habitación desordenada, con zonas en penumbra. Los instrumentos se desparraman, como la luz, los instrumentos son conjurados por una voz que los ata y domina. Una voz velada, como la mísera claridad que no llega a iluminar la habitación, ni los confines allí donde los recuerdos están más apagados.
Where the fortune teller sighs to me
O I see your woman in the raw
Ride a mare of stone and howl
El día parece comenzar, nos anuncia una triste trompeta, entre confusión y renuncios del ayer. Pero ha de continuar...
I woke up While morning built
The world with light
Campanillas que nos llaman con voces de la infancia. Percusiones como filas de hormigas en procesiones cotidianas, baterías que vienen a barrer como olas nuestras pisadas en la orilla.
Crossing their hearts,
Twelve sailor boys all stood in a ring Round our bed,
And from the grass a dancer rose,
Shivering, Oh the sailors pointing
Out to sea And the dancer diving
Up the sky
'Til we forgot the day
"Monterey" es una suerte de funk rock que avanza la musicalidad de su posterior "Greetings from L.A." (1972). Una de las canciones donde más se luce la voz de Tim, usada como un instrumento más. Sobre una base minimalista de un riff de guitarra, se suceden los balidos de la voz y los sutiles cambios rítmicos."Moulin rouge" sorprende en un disco tan experimental como este. Es una miniatura de dos escasos minutos de duración, bastante naif, pero deliciosa. Una canción juglaresca cantada en francés.
La mayestática "Song to the siren" es la canción más versionada de su autor. Una preciosa canción de amor, de la que he intentado traducir su letra. Más o menos es así:

Navegando en océanos sin naves
Intentando poner mi mejor sonrisa
Hasta que tus ojos y dedos al cantar
Me dibujen en tu isla
Y cantabas
"Navega hacia mí
Navega hacia mí
Déjame envolverte"
Aquí estoy
Aquí estoy
Esperando para abrazarte
¿Soñé que habías soñado sobre mí?
¿Eras tú liebre cuando yo era zorro?
Ahora mi loco bote hace zozobrar
Mi solitario amor en tus arrecifes
Para que cantes: “no me toques, no me toques, vuelve mañana”
Oh mi corazón teme por el sufrimiento.
¿Estoy perplejo como el recién nacido?
¿Confuso como la marea?
¿Debo permanecer en las olas?
¿Debo yacer con la muerte, mi desposada?
Escucha mi canto :
“Nada hacia mí, nada hacia mí, déjame envolverte”
Aquí estoy, aquí estoy, esperando para sostenerte

Una delicada canción con ciertos toques vanguardistas en su concreción: la zumbante guitarra eléctrica que es el único instrumento, aparte de la voz, que suena en la canción y esos increíbles coros del propio Tim Buckley, imitando a la sirena que hechiza al marino de la canción. Con tan escasos elementos, consigue crear un ambiente onírico, donde su voz nos pierde en el interior sus propias mareas (de forma muy disímil a la que consiguió anteriormente en esa preciosa "Love from room 109"). Su voz doliente, conjura versos sobre océanos vacios y amantes aislados, entre destellos cristalinos de guitarra, sonando épico e intimista a la vez. Como llevando a otra dimensión el autismo de las baladas de "Lorca".

"Jungle fire" es una mezcla entre la estructura de "Come here woman" y el funk de "Monterey". Con una letra surrealista que me recuerda a una mezcla entre Federico Garcia Lorca y Apollinaire. Tras lo que podrías considerar la exposición de la canción en sí, entra un riff de guitarra y Buckley comienza a repetir como si fuera un mantra, la frase "Mama lie, I love you like a jungle fire" de todas las formas posibles, hasta metiendo un fraseado en lo que parece swajili.

"Starsailor" es una pieza que puede descolocar a más de un oyente. Como si Brian Wilson, Ligeti y Cathy Barberian se hubieran reunido para componer una canción. La portentosa voz de Buckley, grabada en diferentes pistas, asombra por su variedad de registros (poseía la impresionante amplitud de cinco octavas de registro) en este relato atonal. No hay desarrollo melódico o rítmico, tan solo energía espectral."The healing festival" es una pieza de similar carácter exploratorio. Unas trompetas escapadas del periodo más eléctrico de Miles Davis, impulsan un ritmo africano, un rito estratosférico la voz de Buckley que desgrana una alucinada letra que parece salir de un viaje en acido o un intento de conjurar a los dioses primigenios de Lovecraft:

Black tan brown and white
Repeat the order and we've tried
All the lovely little steps
That hope turn the eyes
And footsteps of you
Friend to lend for once
Behold that healing festival
Complete for an instant

Usando el multipistas, Buckley regraba su voz, en los registros más agudos, dando respuesta a los vientos dislocados, que se decantan por una suerte de free jazz pagano.
Y para cerrar el álbum, la divertida "Down by the borderline" con una trompeta fronteriza escapada de un disco de Love.

El contenido del disco, es un crisol en el que sumerge todo tipo de influencias, desde su cariño por el folk al que dedico sus primeros discos, la influencia de Davis, funk, música cinemática, experimentos psicotónicos (la canción titular, ni la Diamanda Galas oigan, da tanto miedo)… para regurgitarlas de forma aparentemente espontanea, lo menos cerebral posible, pocos discos, como este o el “Astral weeks” (1968) o “Trout mask replica” (1969) dan tamaña sensación de libertad, de que las piezas están siendo creadas según se tocan, de que la música respira y cruza por parajes inhóspitos, por desiertos y tormentas, y nos deja, tras atravesar el disco, en un paraje nuevo, libres de polvo y paja.

Las partituras parece que están todas precedidas por la orden ad liberum en una escucha primeriza, aunque la complejidad de la música da claras muestras de que todo está sumamente elaborado: esa enorme “I woke up” música celestial y narcótica, para todas las mañanas del mundo, cuando los rayos de luz se abren paso por una persiana entreabierta como alfileres luminosos, los trallazos ¿funk rockeros? de “Jungle Fire” o “Monterey”, el encanto naif y afrancesado de “Moulin Rouge”, la impresionante belleza digna de ser comparada con una playa rompiente en el amanecer de “Song to the siren”, la esquizofrenia de “Starsailor” y “The healing festival” (los Radiohead robaron la sección desquiciada de viento para su “The national anthem”), el encanto inocente de “Down by the borderline”… Y sobre todo esa voz, que es la que sirve a modo nexo entre los distintos elementos que se enfrentan en el disco, esa voz mayestática, que actúa como la guitarra de Hendrix o el saxo de Coltrane.

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2 comentarios:

San Juan Con Miedo dijo...

supongo que ya sabrá usted que 4 Men With Beards lo ha reeditado en vinilaco

Anónimo dijo...

¿Qué pasa con Frank Zappa? ¿Qué tiene que ver que sus hijos no editen algo de Buckley con el hecho de que su padre hizo algunas de las obras más impresionantes del rock? No comprendo cómo puedes ser lo suficientemente abierto como para disfrutar de Starsailor y ponerte a escupir con Zappa.

Estamos hablando de música muy interesante, más allá de las letras (que en alguna ocasión pueden llegar a ser muy interesantes, como en We're Only in It for the Money). Estoy de acuerdo contigo en que editó muchos, MUCHOS discos innecesarios, pero entre ellos hay un buen puñado que vale la pena escuchar, ya por lo divertido de su parodia a la música comercial (Freak Out!) o al "phony hippie" (We're Only in it for the Money), o por la originalidad de la música (Burnt Weeny Sandwich).