Los portugueses tienen una palabra para denominar la alegria que uno encuentra en la tristeza de la añoranza, “saudade”. Si “saudade” es la palabra para denominar a tan contradictorio pero comun sentimiento, “Pet Sounds” es el verbo. Moviendose entre el delirio de febril felicidad y la tristeza mas absoluta. Brian Wilson, el hombre de la infancia desdichada por culpa de ese Herodes en forma de padre, es capaz de sacar oro en forma de sonidos de una epoca, la infancia, que añora terriblemente y que en pleno paso de la adolescencia a la edad adulta (camino que nunca tomara), echa mas de menos que nunca. La infancia, quiza la etapa de la vida de la que tenemos recuerdos mas fragmentarios y borrosos, pero a la vez la que mas marca nuestra vida posterior. En esa engañosa neblina (¿quién sabe si realmente Brian, a pesar de Murray Wilson, tuvo una infancia feliz?), es donde se erige esta monumental obra musical. Uno de mis tres discos favoritos de la historia del pop (junto con “Forever changes” de Love y “Eli & the 13th confession” de Laura Nyro), aunque es mucho mas que un disco de musica popular, sin dejar de serlo en esencia. A estas alturas Brian era una suma de los mayores talentos de la epoca, tanto en composición, como en producción, como a la hora de descubrir ineditas sonoridades para envolver sus canciones: Beatles, Boettcher, Spector, Les Baxter, Martin Denny, Joe Meek , etc. A una distancia equidistante de todos ellos, se encuentra el genio californiano. Y a la vez, sin que esto suponga un sinsentido en esta obra completamente vanguardista, es en clasicos de la musica culta Gerswhin y en el pictorico Debussy (influencia importante del anterior), con quien mas sintonia encuentro en esta obra. En ellos, es donde encuentro la referencia mas valida para “Pet Sounds”: ese cromatismo sonoro, las melodías tan aparentemente sencillas donde uno puede realmente escuchar su infancia (que me recuerdan poderosamente a la sencilla e irresistible melodía del frances para su “Prélude à l’Après-midi d’un faune”), el uso indiscriminado y desacomplejado de un crisol de estilos musicales (como en “Rhapsody in blue”, una de las piezas favoritas de Brian) y el que todo arreglo y todo sonido, este, pese a una falsa impresión de naturalidad, calculado al milimetro en funcion de su belleza sonora y su impacto emocional (como en el poema sinfonico “La mer” de Debussy).
Es este un disco que satisface todos los requerimientos para ser considerado una obra maestra de la musica, incluso mas alla de su goce sensual auditivo e intelectual (si se estudia la complejidad, originalidad y maestria en el uso de los recursos sonoros), ya que:
-Por una parte esta en sintonia "argumental" con su epoca (amor, espiritualidad, descubrimiento personal, etc). Como antes decia, Wilson parece haber vampirizado los "poderes" de sus contemporaneos mas habilidosos. La habilidad como productor de un Phil Spector, el vanguardismo de un Joe Meek, la capacidad compositora de Bacharach o McCartney y Lennon, el saber jugar con los diferentes planos de sonido como un Les Baxter o un Esquivel.
-Aunque solo podria haber ocurrido en su epoca, es absolutamente atemporal.
-Resiste diferentes interpretaciones. Tantas como personas. Una vez discuti con alguien que veia este disco como aquel donde Brian Wilson saludaba a su vida adulta, asumiendola con alegria. Cuando para mi es todo lo contrario. Pero ¿que importa? ¿quien nos dice que nuestra interpretacion es mas acertada que los demas?
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