A finales de 1968 Bryan MacLean se encuentra fuera de Love, la banda que había formado junto a Arthur Lee. Los motivos de esta espantada son poco diáfanos, pero apuntan a que Lee estaba celoso de la excesiva influencia que sobre él y sobre su último trabajo conjunto, la obra maestra “Forever changes”, disco equidistante entre Hendrix y Tim Buckley, vertía MacLean.
Hasta entonces, la alianza de creadores había sido beneficiosa, para la música del grupo, en general y para Lee, en particular, pues aparte de tener otro compositor de primera en el grupo, Bryan aportaba su poco habitual bagaje musical: Broadway, música clásica, las formas exóticas con las que había tomado contacto en su etapa de “pipa” de los Byrds y como gran amigo de David Crosby (quien introdujo en los Byrds las formas musicales indias), flamenco, etc. Influencias de las que Arthur Lee tomó nota y supo retomar insufladas de su personalidad (para muestra un botón: el fragmento flamenco de la preciosa “The castle”).
¿Hasta que punto “Forever changes” es obra de MacLean, aunque “únicamente” aportase dos (pero vaya dos) canciones? Es difícil precisar, pero sí podemos afirmar que ese disco muestra un equilibrio perfecto entre ambas personalidades creativas (sin olvidar la personalísima guitarra de Echols). Después de ese disco, aquejado de envidia u otros intereses, quien sabe, Lee quiere llevar a su grupo por otras sendas. Que tuvieron confirmación en el single “Your mind & we belong together/Laughing stock”, sendas creaciones, donde los arreglos cinemáticas de cuerdas y vientos de “Forever changes”, daban paso a latigazos de guitarras eléctricas. Y posteriormente, en el disco (infravalorado) “Four sail” con una formación completamente nueva.
Lo que aquí tenemos, gracias a Sundazed, es una oportunidad de revisar la memoria histórica y hacer justicia: una colección de maquetas de canciones que compuso entre los 17 y los 21 años, que muestran a un compositor muy maduro y con una profundidad increíble para su edad. Tenemos tres de las cuatro canciones que aparecieron en sus tres discos junto a Love: “Orange skies” en una versión donde la exultancia con que la interpretó Lee en “Da capo” es reemplazada por una languidez crepuscular que la convierten en otra canción, igualmente magnifica, de la celebración del amor que resulta por Lee pasa a mostrar las inseguridades que sobre la persona querida, muestra el autor, “Old man” que no pierde nada sin el espectacular arreglo entre Rimsky Korksakov y Haydn, que el propio MacLean propuso en “Forever changes” y por supuesto, la canción mas conocida de Love (y por extensión de MacLean), “Alone again or”. Únicamente no esta “repetida”, la canción que incluyo en el primer disco de Love (homónimo) “Softly to me”.
El resto del material, tristemente inédito durante tantos años, debido a los problemas de drogas, inseguridad y religiosos (se unió a una secta cristiana) de Bryan, debería ser igualmente conocido, o al menos reconocido por el aficionado, que las anteriores canciones. Con una voz, que a pesar de su timbre agudo y tembloroso, transmite una impropia madurez, se mueve entre el primer Tim Buckley (el de su debut homónimo) y Bert Sommer (el del debut en solitario, “The road we travel” del componente de Left Banke y Montage) y cuya música también es similar a estos dos ejemplos, añadiendo el de esa suerte de free folk, que acuñó Van Morrison para su “Astral weeks”. Decía Wilde que precisamente lo que mas esfuerzo en la elaboración requiere es, paradójicamente, dar sensación de espontaneidad y libertad. Estas canciones, como el mencionado disco del irlandés y los discos de Tim Buckley (“Blues singer” de MacLean tiene una improvisación vocal muy en la línea de su “Greetings from L.A.” y alguna otra pieza participa de la atmósfera celtica de “Goodbye & Hello”), parecen surgir de la nada, dan la sensación (falsa) de ser improvisadas sobre la marcha, sin esfuerzo aparente para su autor. También comparten, Morrison y MacLean, un parentesco irlandés, cuyo peculiar carácter (que pasan de ser el alma de la fiesta a una tristeza congénita incluso durante la misma canción) se vierte sobre las canciones.
Una lástima, que para la cara B de “Da Capo”, ocupada por esa horrible “Revelation”, Lee no hubiese echado mano de algunas de estas canciones de su compañero. En ese caso, estaríamos hablando de un disco capaz de competir con el mismísimo “Forever changes”. O que al menos, MacLean, hubiera emprendido una carrera en solitario (en 1970, coincidiendo con su ingreso en el cristianismo, dejó dos proyectos de álbum a medio hacer), talento no le faltaba.
Orange skies
Carnivals and cotton candy and you
And I love you too
You know I do
Nightingale
Prettier than anything in the world
And I love you too
You know I do
La voz empieza tenue y languida, a duermevela, un timbre similar al de Tim Buckley.
You make me happy
Laughing, glad, and full of glee
And you don't have to try, girl
For you it comes so naturally
Right here in my arms
En el estribillo, la voz sube en un registro muy confortable para McLean. Transmite la emocion que siente el al estar con esa chica especial
And if you should love me too
Con solo este sencillo verso, en un tono entre confesional y autista, consigue dar la vuelta al resto de la cancion y revelarlos la tragedia que subyacia tras su contagioso entusiasmo: solo estaba soñando en voz alta.
2 comentarios:
Un excelente artículo. Mis felicitaciones en general por esta publicación, que acabo de descubrir y de la que ya soy seguidor. saludos.
Retiro lo dicho. Si bien este artículo es bueno, en general escribes muchas gilipolleces. No solamente por pensar que Raphael mola (eso es tan estúpido como pensar ahora que ABBA mola o Madonna mola, cuando eran unos horteras y siguen siéndolo), sino por muchas otras opiniones en las que no es que yo esté o no de acuerdo, sino que no hay por donde agarrarlas. Claro que para eso han inventado esto de los blogs. Abur.
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