Soles occidere et redire possunt; nobis cum semel brevis lux occisus est nox est perpetua et una dormienda
- Catulo -
¿Existe algo que llame más al rechazo de un chaval que la cubierta del “Ram” de McCartney, donde el susodicho aparece sujetando a un carnero por los cuernos? Esta imagen, entre la colección de mi hermano mayor, siempre paso lógicamente desapercibida entre las espectaculares portadas de Hipgnosis (UFO, Led Zeppelin, Pink Floyd o la clínica “Difficult To Cure” que siempre me intrigo y repelió a partes iguales). Por aquel entonces, no se puede decir que fuese un apasionado de la música, me limitaba a escuchar “The Wall” una y otra vez. Y punto. Pero podían transcurrir las horas sin darme cuenta mientras admiraba las portadas y carpetas de los vinilos, el más potente estimulo a la imaginación de un niño que haya descubierto jamás civilización alguna. Pero, apilado entre el setentero criterio de mi hermano, “Ram” nunca suscito mi interés.
¡Qué poco sabia yo entonces sobre la polémica que había suscitado la en apariencia inocua portada¡ La despiadada critica que Lennon dedicara a Paul en “How Do You Sleep?” (de “Imagine”) tiene su razón de ser en las imágenes de aspecto casero que aparecen en la cubierta y en el interior del elepé. Sin miedo a dar salida a su paranoia, Lennon comentó que el verso “Demasiada gente predicando” del corte que abría el disco, “Too Many People”, estaba dirigido a el y a Yoko, confirmado (según Lennon, insisto) por algunas conversaciones que había sostenido con Paul y Linda, donde supuestamente, en alguna discusión entre los dos ex Beatles, Paul hubiese establecido jocosas comparaciones entre Lennon y la tozudez del animal de granja. Y el hecho de que en la portada, Paul apareciese dominando a un carnero (según su interpretación, el propio Lennon) y en la carpeta se presentasen dos escarabajos (beetles) copulando, no hacía más que confirmar sus sospechas. Fuese fruto o no de su inventiva, ya que la idea para un titulo como “Ram” puede provenir de ese “Ramon” con que McCartney firmaba en los libros de visita de los hoteles y que proporcionaría nombre y apellidos al famoso grupo de Queens, la provocación era real para Lennon. Máxime si, camuflada de esa manera inocentona, solo podía captarlo su entorno y no el gran publico. Más directo, Lennon contraataco con la agresiva “How Do You Sleep?” cuyo texto es un ataque, muy poco sutil, contra Macca. Destaca el verso “Todo lo que eres fue ayer/ Y desde que te fuiste solo eres otro día”, aparte de la obvia mención a “Yesterday”, ese “otro día” era una referencia al melifluo single con que Paul se entretuvo entre “McCartney” y “Ram”, aquel que contenía “Another Day/Oh Woman Oh Why”. Además, en “How..” colabora el otro Beatle de importancia, George Harrison y acompañaba su texto en la carpeta del disco donde aparecía, “Imagine”, una foto donde Lennon agarraba a un cerdo, devolviendo así el supuesto ataque por todos los frentes. A Macca todo esto no le gusto nada, en su parecer Lennon había malinterpretado o acusado excesivamente en serio, lo que era un comentario generalista o sin mala intención –aunque precisamente esa inseguridad al declararse, le acusa directamente-. La opinión pública, buscando un culpable a la disolución de los Beatles, dio bastante relevancia al asunto, siendo Paul quien cargó con la mayoría de los odios del aluvión de críticas. Aparte, Macca, de los tres Beatles que cuentan, era el que menos había satisfecho hasta el momento las expectativas depositadas en el. Ese mencionado single era mediocre y su homónimo primer disco en solitario, con su carácter improvisado y domestico, con Paul tocando todos los instrumentos, a pesar de ser un modesto gran álbum, no fue bien recibido. Por esas mismas fechas del debut de Macca, Lennon y Harrison sacaban obras más suculentas como “Plastic Ono Band” y “All Things Must Past”, respectivamente. Por eso, “Ram” supone una reacción inversa respecto a su debut, aun con su parte de encanto casero y casual como aquel, es un disco cuidadosamente interpretado y realizado, el trabajo de un gran artesano del pop. Grabado con una banda en la que se incluyen a la batería, el futuro Wing, Denny Seiwell y el guitarrista Hugh McCracken, quien ha tocado en discos de Steely Dan o Paul Simon (curiosamente, colaboraría con Lennon en “Double Fantasy”).También es una de las más bonitas declaraciones de amor al arte de otro músico que se hayan realizado jamás, puesto que “Ram” es un disco donde Paul domina a la perfección las maneras de su admirado Brian Wilson. De hecho, esta en mi peculiar triunvirato de grandes discos de los Beach Boys no grabados por ellos mismos (se completa con “Mustard” de Roy Wood y, por incongruente que parezca sobre papel, el “California” de Mr. Bungle). Un acto de sincera devoción y militancia de fan, por parte de un compositor de la envergadura de Macca, del que seria incapaz el cínico Lennon, que no dudo incluso en humillar a sus primeros ídolos; recuérdese su bochornosa actuación (en todos los sentidos de la palabra) en el festival de Toronto. Existen cantidad de detalles que no pasaran por alto a un seguidor de la hermenéutica del verbo hecho sonido, o sea, al fan de Brian Wilson: coros de Linda donde uno esta esperando que entre el timbre grave de Mike Love (“Smile Away”), las vocalizaciones de sonidos diversos por parte de Paul, lo cotidiano de las letras, usar cualquier objeto casero como percusión en “Too Many People”, los canturreos a lo “Little Pad” de “Smiley”, la sencillez con que comienzan los temas para irse complicando, etc. Y por supuesto salpicado por esos deliciosos entremeses rústicos a mayor gloria de su alabado Buddy Holly como “Heart of the Country” y “Eat at Home” o esos rocanroles soberbios como “Three Legs”. Eso si, Paul se encuentra en un estado de forma tan brillante que esto no puede ser clasificado, despectivamente, como un mero ejercicio de estilo, ni la producción emplea esa reverberación tan característica de los Beach Boys o Phil Spector, aunque si tiene similitudes, por otra parte, con la producción casera de discos como “Smiley Smile” o “Friends”. Otro referente, tal es el verismo de la (ambiciosa) producción de “Ram”, que algún critico ve ¡como el primer disco indie! (se pueden escuchar ecos de este disco en toda la escudería Elephant 6) puede ser el mejor Rick Rubin, el de “Blood Sugar Sex Magik” o “Echo”. Destacar piezas sueltas en este caleidoscópico trabajo, resultaría injusto. Canciones que cambian enormemente durante su desarrollo sin perder nunca su encanto casual, pop, como aquellas que tenia a bien regalarlos Laura Nyro (¡de rodillas!) a lo largo del inmenso “Eli & The 13th Confession”. Un Paul que todo lo prueba con su voz y todo le sale bien (como el tono grueso de “Monkberry Moon Delight”) acompañado de los coros de Linda, mucho más que meramente ornamentales. Y unos arreglos para escuchar el disco con cascos y deleitarse desentrañando sus sonidos, como esos metales en crescendo a lo Strauss de “Long Haired Lady”, ese equilibrio entre el tono harapiento de algunas canciones y carnosos arreglos de cuerdas como los de “The Back Seat of my Car” que parece recién salida de “Abbey Road” o simplemente en esa mezcla de sonoridades “andrajosas” combinadas con detalles de orfebre (sin caer nunca en la sobreproducción) que presenta a lo largo de su transcurso.
Ante tanto cliché rockero actual, con grupetes que se tatúan calaveras en llamas antes de aprenderse un roñoso acorde, la actitud familiar de Paul McCartney toma visos que cabe considerar incluso contra sistema (de “autenticidad rockera”). El pobre Paul, en lugar de atiborrarse de anfetamina y hamburguesas o de pretender entrar en el Guiness encadenando conquistas, se va a vivir al campo con Linda. No se dedica a dar la murga como un hare krisna coñazo como Harrison, ni a epatar con las chorradas que montan Lennon y Yoko, no. Se retira a un lugar alejado de la vida pública, para sacar discos y girar a su aire, sin tantas presiones, pero ni por esas logra evadirse del sambenito de blandengue de ambiciones de pequeño terrateniente, cuando precisamente la vida campestre que ha escogido Paul es lo menos burgués que pueda imaginarse. El supuestamente almibarado Macca tiene entre sus muchos meritos el haber superado la violencia del mismísimo Little Richard (¡ahí es nada!), subiendo una octava la parte vocal, en una “Long Tall Sally” que es como meter los dedos en un enchufe. Y es que Macca puede aullar como el shouter más nervudo, ni un Axl Rose con más capas de voces superpuestas que Barry Manilow consigue igualar la faceta agresiva de Paul en su versión de “Live & Let Die”. Ese tópico de que Paul es exclusivamente un interprete sensiblero (aunque a veces sea cierto) se desmorona al escuchar los rocanroles que grabase con los Beatles o canciones en solitario como “Maybe I´m Amazed”, “Jet”, “Magneto and the Titanium Man” o “The Back Seat of My Car” tema final de la obra que nos ocupa. Lo que parece una mini suite lounge nos empuja, cuando parece que ha finalizado, con la inesperada entrada de una impetuosa batería, a un clímax orgiástico donde Paul reclama esa supuesto axioma individualista que parece haber olvidado el rock, repitiendo “Oh creemos que no podemos estar equivocados”.
“Ram” es un disco que te hace afrontar la obra que se ofrece en su interior tal como es, sin ideas preconcebidas, dejándote arrastrar por esas fabulosas melodías (¿su mejor colección?), una cornucopia de sonidos, que son arrojados con generosidad, como la de este chico campechano que te agasaja en su hogar rural y te hace sentir como en casa. Cada canción se deja caer con naturalidad y se la saca jugo hasta colmarla. Ese es el mensaje del disco, disfrutar de los placeres sencillos, de la vida. El aire inocente o ingenuo es solo parte de su concepto, claramente definido ya desde su bucólica portada (¡si, esa portada!) pero es una obra que solo puede provenir de la madurez (tanto personal, que ha entendido el sentido de la vida, como musical, dada su habilidad al combinar lo naif con lo complejo). Seguidores de Paul han querido ver en “Ram” el segundo capitulo de una tetralogía similar a “Las cuatro estaciones” de Vivaldi (su debut seria un invierno en familia, “Ram” un verano de diversión, “Wild Life” un rustico otoño y “Red Rose Speedway” el nacimiento de la primavera, pero para caer bajo sus encantos, solo basta con pinchar “Ram On” y rememorar una tarde infantil de verano, de plastilina y dibujos animados, con el sol llamándote al exterior.
miércoles, 13 de octubre de 2010
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2 comentarios:
Una cosa: cuando me suscribo al feed para google reader solo me aparece una entrada del blog, que ocurre??
A ver si se puede arreglar, me gusta lo que escribes.
Un saludo
Es usté un maldito pagano y un sindiós, maese Travis/Luzbell.
Pero no se preocupe, que yo rezo por usté y por la salvación de su alma.
Ah... Y además tiene toda la razón del mundo. Ram es un disco fabuloso y el McCartney de los primeros 70's ligeramente superior a sus colegas beatles.
Mira que me costó darme cuenta, cagüenlaleche. Pero es cierto.
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